Ok, hice trampa. En verdad pasamos 1 día en Tokio antes de partir a Kyoto (después de tantas horas de vuelo no queríamos partir en tren tan rápido). Ese nuboso día (el menos caluroso de todo el viaje) desayunamos en el mall del aeropuerto Narita (si, tiene un mall), dejamos las cosas en el hotel y fuimos al palacio imperial (que estaba cerrado, cuec) así que seguimos al parque contiguo llamado Kitanomaru Koen, donde descubrimos por primera vez la sublime belleza de los parques y el sonido ensordecedor de los grillos. Hay varios edificios dentro del parque, estaba el museo de ciencia y nos encontramos con una adorable competencia infantil de Judo y otras artes marciales en el Nihon Budokan, eran muchas madres y familiares alentando a sus hijos, y nosotros, lo únicos extranjeros.
Comimos nuestro primer almuerzo japonés (con esa sopa miso que estaba deliciosa) y otro plato con una especie de babita blanca no tan agradable. En la tarde partimos a Akihabara, uno de los barrios más populares por sus infinitas tiendas de electrónica, juegos y la incómoda presencia de lolitas en las calles trabajando para invitar a hombres adultos a los cafés y lugares de dudosa reputación.
Al día siguiente comenzamos nuestro tour por Japón aprovechando los 7 días de nuestro Japan Rail Pass, un pase para usar en casi todos los trenes por Japón, es caro, pero conveniente considerando que los viajes en el tren no son baratos, sobretodo el tren bala o Shinkansen. Al 8vo día después de Kamakura volvimos a Tokio de noche, donde tuvimos la gran sorpresa de un Upgrade en la habitación del hotel! Lo que significaba ya no tener que turnarnos por quien habría la maleta primero o quien pasaba por el pasillo antes que el otro (si, así de pequeñas son algunas habitaciones en Japón) y tener además un minibalcón que no aprovechamos ya que hacía mucho calor afuera (prácticamente todas las habitaciones tienen aire acondicionado).
En la mañana partimos a un templo en medio de la ciudad y con escalera mecánica (si, hay de toda clase de templos en medio de la ciudad) donde vimos que el mono era el animal a venerar (eso va cambiando por zonas, pero nunca supimos la historia o costumbre detrás de eso). Nuevamente habían muchos souvenirs para la suerte (todo tipo de suerte) desde tablillas a muñequitas, pulseras y piedras.
Partimos caminando hacia Harajuku, atravesamos un cementerio (bastante parecido a los occidentales), pasamos por calles con puras tiendas de lujo (muchas versiones de Issey Miyake también) hasta que llegamos a una zona más comercial (donde vimos el único mural de todo el viaje) con muchas tiendas Kawaii, algunas con ropa de segunda mano Hiper-seleccionada (y cara) y otros puestos de comida igual de Kawaiis. Terminando la calle más comercial se llega al parque Yoyogi, un parque donde todas las dimensiones son aumentadas, los árboles son gigantes y el ruido de la ciudad desaparece por completo. Posterior a eso comenzamos a buscar un lugar para comer, el calor nos tenía colapsados así que rápidamente entramos a un lugar de Ramen, lo encontramos medio caro, pero ¡Ay diosito, que bueno y contundente que estaba! Seguimos caminando, recorriendo la ciudad en destino a Shibuya y aprovechamos de comprar en una farmacia un calmante para las picaduras de insectos de las que nuevamente había sido presa. Llegamos al famoso cruce de Shibuya (el más famoso y transitado del mundo) y recorrimos por todo el sector comercial que podía ser infinito. Ya cansados fuimos a comer a Genki sushi, donde por fin encontramos precios razonables, mucho sabor, y comida que llega a tu puesto de manera automática una vez ordenada en el iPad.
Sin duda que el paisaje nocturno en Tokio es algo que no se puede igualar.
A la mañana siguiente partimos a la famosa torre de Tokio, donde hay una panorámica de gran parte de la ciudad (había un espejo muy propicio para selfies, sepan perdonar) y además de ven los distintos niveles que se van construyendo para los autos, lo que solo me puede asegurar una vez más que Japón es el futuro.
Continuamos hacia el Palacio imperial (y morimos una vez más por el sol por la falta de sombra), almorzamos, descansamos y partimos en rumbo a otra de las noches más inolvidables: el Bon Odori de Tsukuji. Llegamos al lugar con esta estructura elevada donde se instalaba el tambor mayor, de ella emergían todas estas hileras de luces alrededor armando este lugar increíble rodeado además de puestos de comida. Partieron con unas demostraciones con muchos tipos de tambores y posteriormente comenzó el baile, muchos con vestimentas tradicionales comenzaron a moverse alrededor de esta estructura principal, todos eran bienvenidos a seguir los pasos, fue un momento hermoso y conmovedor (los pasos eran muy delicados y no necesariamente seguían la música así que nos abstuvimos de participar). El sentido de todo este festival es celebrar a los ancestros durante varios días y fue hermoso ver a personas de todas las edades con sus kimonos bailando (a todo esto, no sé cómo diantres aguantaban el calor tan vestidos).
Y bueno, como los días en Tokio fueron más que en el resto de las ciudades y era imposible sacar menos fotos o resumir más este post, decidí dividirlos en 2. Pronto viene la segunda parte.
Ah!! Otro detalle que no había escrito antes y si les interesa viajar, es que muchos datos e información la recogimos de Japonismo.com donde hay muchísima información, y algunos otros detalles de los chilenos de A recorrer el mundo.
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Gracias por leer!