Bueno, para los que viven afuera y no lo sabían, Chile se acabó (y otro mejor está tratando de renacer muuuuuuy lentamente) por lo que no sentía ánimos o no se sentía correcto quizás seguir contando este viaje entremedio de toda la violencia que nos está rodeando día a día.
Pero también este tipo de experiencias y posteos ayudan a otras personas a distraerse, asombrarse, reírse con mis tallas fomes y pasar el rato. Así que me pareció bien además publicar esto antes de que se acabe el año, así que aquí va:
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Hola, aquí está la segunda parte, no fue pronto (lo siento) pero aquí está.
Partimos temprano a otro de los atractivos turísticos famosos de Tokio, el Teamlab Borderless, un museo del futuro, repleto de gente, donde principalmente estábamos rodeados de proyecciones y sonidos que iban moviéndose a través de salas, otros espacios contaban con juegos de luces donde niños y adultos estaban igual de fascinados (punto aparte: que agradable poder pasar una mañana resguardados del calor y la humedad). Pasamos también por el famoso Gundam (robot gigante, que en verdad era mejor verlo de noche) y por un mall muy kitsch, decorado como escenografía de Romeo y Julieta de los 80’s, algo muy extraño la verdad.
Ya en la tarde nos desplazamos al museo Eda de Tokyo (donde además almorzamos), donde a través de construcciones y hermosas maquetas explicaban como se fue construyendo la nación en ese periodo (y en los años posteriores también).
Ya atardeciendo, con el sonido infaltable de las cigarras nos volvimos caminando a la hostal, en Asakusa y vimos como se llenaban los locales y bares con gente sentadas en mesas en la calles, después del trabajo tratando de bajar el calor con cervezas y toda esa comida hermosa que tienen. Nosotros estábamos con hambre de gyozas, así que nos dirigimos directo al Tiger Gyoza Hall, donde pueden ver la hermosura que comimos más bajo.
El siguiente día lo partimos con un desayuno muy delicioso para tener todas las energías para pasar por la estación más concurrida de Japón (y el mundo me parece): Shinjuku. Aunque no fue tan terrible (porque solo pasamos por una pequeña parte) si era enredoso y las distancias eran muy grandes dentro. Caminamos y caminamos para pasear por el pequeño parque Chuo donde habían unas adorables tortuguitas en una fuente de agua, en el hotel Hyatt del frente filmaron “Lost in translation”-“Perdidos en Tokyo”. Al lado de ese parque estaba el ayuntamiento, donde hay un mirador gratuito así que aprovechamos de subir para ver la ciudad desde arriba nuevamente.
Al otro lado de la estación Shinjuku está el sector de Omoide, donde pequeños locales de comida se mantienen congelados en el tiempo, así que aprovechamos de almorzar unos Yakitoris deliciosos (no sé por qué no dejaban fotografiar ahí) así que imagínenselos, comimos de pollo y otros con verduritas. Era un local muy pequeño (debo enfatizar en eso) que no entendimos cómo, pero tenía un segundo piso.
En la tarde partimos a otros de los festivales que habíamos visto, aunque este era diferente, se trata del festival Tanabata, donde a lo largo de una galería cuelgan unas especies de piñatas grandes de carton y papel de diferentes personajes además de muchas guirnaldas y muchos puestos de comida que salen hacia el pasillo ofreciendo sus ricuras.
Al día siguiente partimos al famoso Senso-ji, uno de los templos más famosos, donde el calor, y la cantidad excesiva de turistas, no nos dejaron ver mucho, pero si nos encontramos en un costado con una presentación de música, baile y actuación. Después de eso, decidimos caminar hasta el gran parque Ueno que contiene museos y universidades (en el camino curiosamente vimos al primer chileno, el actor Pablo Schwarz). Fuimos al museo de arte metropolitano de Tokio (muchas bellezas pero todo muy sobrio), almorzamos afuera donde habían varios puestos de comida, recorrimos el parque y caminamos rodeando unas lagunas escondidas llenas de plantas de loto hasta que oscureció. Volvimos caminando a la Hostal y al llegar tuvimos la sorpresa de otro festival, un Bon odori vecinal, donde la gente bailaba rodeando este tambor principal y casi todos estaban bellamente vestidos.
Nuestro último día partió llendo al Museo Ghibli, donde lamentablemente no dejaban sacar fotos, pero es muy hermoso y recomendable (aunque yo pensaba que era más grande). Ese día además estaba para comprar los últimos recuerdos y souvernirs para nuestra gente y recorrer El Barrio Asakusa. Tuvimos nuestra última cena (no recuerdo su nombre pero era cerdo agridulce) y además pude probar al fin el Taiyaki, este pescado de masa dulce relleno de pasta de poroto rojo (muy usual en los dulces japoneses), que estaba rico pero muy caliente.
Y así llegamos al final de esta increíble, maravillosa, calurosa, agotadora, sorprendente,*inserte ese meme de Lady Gaga aquí* experiencia. Un viaje que todavía no puedo creer que pasó. Que afortunados fuimos de poder realizarlo y que dichosos y llenos nos volvimos de aquello!
Recomiendo mil veces hacer este viaje, si llegaron acá por que les interesa como destino, lo recomiendo muchísimo, manejando un básico de inglés y organizándose bien, no hay ningún problema, es todo muy ordenado y por lo menos en los trenes y metros hay cada vez más señaléticas en inglés y gente dispuesta a ayudar.
Ir en verano es sacrificado, hay que soportar un calor y humedad a la que como chilena no estoy acostumbrada, pero poder presenciar todos los festivales que se dan durante esa época, hacen que valga la pena de todas formas.
Este fue sin duda un sueño hecho realidad y agradezco mucho también a mi compañero Diego por apañar y aguantar(nos) estos 15 días.
Que hermosura todo esto.
Mil gracias Japón, nos fuimos con el kokoro rebosante de felicidad
Arigato gozaimasu!